MISA EN ROTTERDAM, EN HONOR DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS

Reverendo Padre Bernardo:
 
Queridos compatriotas, amigos todos de otras comunidades, y de Holanda:
 
Por segundo año consecutivo, me es muy grato venir a esta Santa y bella Iglesia en Rotterdam, para asociarme a todos ustedes, en un nuevo homenaje a Nuestro Señor de los Milagros, que organiza la Hermandad que preside la señora Vilma Munive.
 
La semana pasada hubo una celebración similar en Amsterdam en honor del Cristo de las Nazarenas. Fue una hermosa Misa, organizada por la Hermandad que dirige la Profesora Ada Berrocal, quien nazarena y solidariamente ahora nos acompaña.
 
También está con nosotros la señora Carmen Valverde Arenas, quien en 1991 fundara la Hermandad de Amsterdam, de la que merecidamente es Presidenta Honoraria y Vitalicia. 
 
La comunidad peruana en Rotterdam, y en toda Holanda, expresa con  profunda fe cristiana su acendrada devoción a Nuestro Señor de los Milagros.  Estoy segura que para la armonía que reina en nuestra colectividad, un lazo especial de unión y unción, un Divino Lazo, es Nuestro Señor de los Milagros, Patrono de los Inmigrantes Peruanos.
 
No es simple casualidad que el Día del Inmigrante Peruano sea conmemorado cada 18 de octubre, como ayer. Se trata de una fecha intencional, para que coincida con la Fiesta de Nuestro Cristo de Pachacamilla, ensalzado, glorificado, dentro y fuera del Perú.
 
Felicito muy efusivamente a mis queridos compatriotas en este Día del Inmigrante.  Estamos físicamente lejos de la Patria, pero la llevamos muy dentro de nuestros corazones. Estamos siempre pendiente de los seres queridos que allí tenemos. Acudimos en ayuda de quien la necesita, por un apuro, por una desgracia de la Naturaleza. 
 
Nos enorgullecemos de ser peruanos, de los valores que nos transmitieron nuestros padres, y que ellos recibieron de sus antepasados.
 
Entre esos valores está la Religión que profesamos, que ahora se patentiza en esta Venerada Imagen de Nuestro Cristo Morado, el Cristo del Pueblo. De ese pueblo que penitente y con honda convicción cristiana camina muchos kilómetros, siguiendo la Procesión del Señor de los Milagros a lo largo de las calles de Lima, y en muchos otros lugares del Perú y del extranjero.
 
Ese mar humano de color morado constituye una verdadera Fiesta de la Cristiandad, entre rezos, cánticos, zahumerios, al lento y rítmico compás como se desplazan las pesadas Andas.  Entonando con piadosa voz: Señor de los Milagros, aquí venimos en Procesión, tus fieles devotos, a implorar tu Bendición.