HOMENAJE A SANTA ROSA DE LIMA

Reverendo Padre Cristian:
 
Muchas gracias por tener la bondad de darme la ocasión de decir algunas palabras. 
 
Muy queridos hermanos y hermanas, no sólo del Perú, sino de Holanda y de otros paises fraternos.
 
Estamos celebrando la Festividad de Santa Rosa de Lima, Venerada Patrona del Perú, de nuestra América y las Filipinas.  La primera mujer elevada a Santa en las Américas.
 
La presencia de Santa Rosa en este mundo fue fugaz. Falleció hace cerca de cuatro siglos, cuando sólo tenia 31 años. 
 
Pero no desapareció con la muerte.  Sigue siendo un ejemplo de amor a Dios, de amor al prójimo. Amar a los demás es amar a Dios. Eso lo sabe muy bien el Padre Cristian.
 
Su vida de meditación, penitencia, y sacrificios, la combinaba Rosa aliviando el dolor de los enfermos, alimentando a los hambrientos, socorriendo a los necesitados y oprimidos.
 
Fue así cómo, poco a poco, su fama de generosidad, de entrega a los desvalidos, se fue esparciendo por toda la ciudad de Lima, tanto entre la gente del pueblo, como entre la aristocracia del Virreinato. 
 
Entre sus milagros en vida cabe recordar que cuando una flota de barcos piratas navegaba a lo largo de la costa peruana, Rosa exhortó al pueblo de Lima para que se asociara con ella en oración. 
 
Así se hizo y los piratas siguieron su curso, sin cañonear ni desembarcar.
 
Don Ricardo Palma, el insigne autor de las "Tradiciones Peruanas", nos cuenta en uno de sus relatos que Santa Rosa hizo un arreglo con los insectos de la huerta de su casa, para que no la molestaran ni hicieran ruido mientras ella oraba en la ermita que había construido en el jardín.
 
Y los mosquitos, avispas y zancudos la obedecieron…
 
Ayer, 30 de agosto, millares de personas han acudido en Lima a la que fuera sencilla vivienda de Rosa, sus padres y numerosos hermanos.  Allí se levanta ahora, como sabemos los peruanos, una bella Basílica, como ésta de San Nicolás.  Su construcción se inició en 1670, algo más de medio siglo después del fallecimiento de la Santa Limeña.
 
Los peregrinos a ese Santuario no sólo provienen de la capital, sino de muchos rincones del Perú, y hasta del extranjero. 
 
Con profunda fe cristina, elevan sus preces a la Santa, con agradecimiento por sus dones y haciéndole peticiones.
 
Al pie de la Basílica está el pozo a cuyo fondo Rosa arrojara la llave de una cadena, que tenía ajustadamente ceñida a su cuerpo, como penitencia en nombre de los pecadores, y para solidarizarse con los dolores de Jesucristo en la Cruz.
 
En ese pozo los peregrinos suelen lanzar mensajes, en los que expresan su amor a Santa Rosa, su gratitud, y escriben sus deseos.
 
Estamos acá en Amsterdam, a diez mil kilómetros de esa Basílica, pero Santa Rosa está con nosotros, en nuestros corazones, pensamientos, rogativas, oraciones.
 
Pidamos a nuestra Santa por nuestros hermanos y hermanas en el Perú, para que los peruanos que estamos en el extranjero sigamos muy unidos y en concordia, y para que el amor y la paz prevalezcan en el mundo.
 
Reverentes no inclinamos ante Ti, Santa Rosa, e imploramos tu Bendición. 
 
Muchas gracias, Padre Cristian, y a todos ustedes por acompañarme en estos sentimientos.