1.- ¿Años atrás era difícil para una mujer ser diplomática?
La palabra “difícil” yo la cambiaría por “inusual”, o “infrecuente”. Situándonos en la década de 1950, no solo en la Diplomacia, sino en otras áreas, como por ejemplo en la Carrera Judicial, se advertía una marcada ausencia femenina. Ello, debido principalmente a que las mujeres entonces, en buena parte, tenían otras metas. En 1956, año en que empieza a funcionar la Academia Diplomática, las mujeres en el Servicio Diplomático podían contarse con los dedos de las manos. Y sobraban dedos.
Donde sí las puertas estaban herméticamente cerradas para las personas de mi género era en el Poder Legislativo, ya que recién en 1955 el Gobierno del General Manuel A. Odría confirió carta de ciudadanía a la mujer. Fue así cómo en los comicios generales de 1956 las mujeres pudieron elegir y ser elegidas. Recuerdo a doña Irene Silva de Santolalla, insigne educadora, como nuestra primera Senadora. También a otra sobresaliente pedagoga, doña Matilde Pérez Palacio, dentro de un puñado de Diputadas.
Cabe destacar que a la sazón una joven diplomática y abogada, Carmela Aguilar Ayanz había pedido su pase a la disponibilidad, es decir ausencia temporal del servicio activo, para dedicarse por entero en procura de la dación de esa ley. Reingresó una vez promulgada tal norma. Años después, en 1973, la doctora Aguilar habría de ser la primera mujer promovida a la categoría de Embajadora. Recomiendo la lectura de sus “Confesiones”, obra autobiográfica publicada por la Academia Diplomática en 2014, dos años después de su muerte.
En las Fuerzas Armadas y Policiales, el número de mujeres se incrementa, desde que en la segunda mitad de la década de 1990 pudieron ingresar a tales instituciones. Es igualmente un proceso paulatino.
2.- ¿Cuáles son los principales problemas para una mujer en la carrera diplomática? ¿El desarraigo con la familia?
Yo diría que los problemas son comunes para ambos géneros. No supone un “desarraigo”, puesto que las raíces permanecen firmes, hasta más sólidas. Al servir en el exterior los lazos familiares se fortalecen. La separación física es dolorosa, pero los vínculos puede que se estrechen, pendientes como se hallan los diplomáticos en el extranjero de sus seres queridos en la Patria, y viceversa. Esta situación ha ido evolucionando. Por ejemplo, en 1978, hace cerca de 40 años, partí para mi primer trabajo fuera del Perú. Se dependía del correo postal. De las cartas con estampillas. Las respuestas solían recibirse luego de diez o más días. Y una llamada telefónica a Lima de seis minutos equivalía a varios días de sueldo. Era un problema común para hombres y mujeres. Las comunicaciones son ahora instantáneas, hasta con imágenes, y dejaron de ser onerosas. Esos avances tecnológicos coadyuvan a la unión familiar.
Lo anterior es de aplicación no solo a diplomáticos y diplomáticas, sino en general a decenas de centenares de millares de compatriotas que residen en el exterior.
Los diplomáticos debemos servir a veces en lugares de climas extremadamente calurosos o fríos. Tormentas de arena, nevadas, huracanes y otras desgracias desconocidas en nuestra Lima. Más que “problemas”, son los “desafíos” de la carrera diplomática. Los idiomas constituyen otro “reto” que debemos afrontar. Además del inglés y lenguas romances, muchos colegas son hábiles en alemán, ruso, japonés, en variantes chinas, árabe, holandés, sueco, finlandés, hindi… La lista continúa. El Ministerio pone especial empeño en la enseñanza de varios idiomas para alumnos, funcionarios diplomáticos y cuadros administrativos.
Actualmente sirvo en nuestra Embajada en la culta e histórica Praga. Mis dos colegas diplomáticos se desenvuelven con soltura en checo, además de manejar otras lenguas. Por mi parte, desde que llegué a Praga, hace algo más de un año, recibo clases particulares de checo unas cuatro horas semanales, con tiempo extra para las tareas que me encarga mi exigente profesora.
3.- Los diplomáticos sufren mucho de estrés por el trabajo incesante y por lo que representan ¿La cancillería atiende la salud mental de los funcionarios? ¿Qué recomendaciones haría?
Dicen que el “estrés”, o sea, la “tensión”, la “ansiedad” es un problema que va en aumento, al estar sometido el ser humano a condiciones superiores a lo normal, en el trabajo, estudios, deportes. El mundo es ahora muy competitivo. Hay dificultades derivadas de otros factores, como el intenso tráfico, contaminación ambiental y sonora. Es por ello que postulantes a la Academia Diplomática deben rendir pruebas psicológicas, psicotécnicas, de dinámica grupal. Para los diplomáticos el “trabajo a presión” puede ser una rutina, como también lo es para otras profesiones y actividades. El orden y la serenidad representan elementos de suma importancia, que son tenidos en cuenta en el proceso de selección. En mi caso, para superar el desasosiego, trato de relajarme tocando piezas clásicas en mi guitarra. Cuando era más joven, practicaba además tennis, volley-ball y equitación. Los hobbies representan una alternativa al abatimiento. “Footing” y “jogging” son asimismo opciones recomendables y de bajo costo.
La Cancillería se preocupa por la salud mental y física de su personal. Hay profesionales que atienden en el Ministerio y pólizas de seguro médico para la debida atención en el Perú y en el extranjero.
4.- El porcentaje de mujeres que acceden a la carrera diplomática es insuficiente. ¿Qué llamado haría para que las mujeres sigan la carrera diplomática?
La primera promoción egresada de la Academia Diplomática, en 1959, contaba con una sola mujer. La segunda tuvo dos mujeres. De allí en adelante, el número de mujeres fue en aumento, aunque con altibajos. Ello, debido a que siempre ha habido más postulantes varones que mujeres. Es significativo anotar que en el Concurso de Admisión 2014 para cubrir 20 vacantes, con mayoría masculina de candidatos, ingresaron a la Academia más mujeres que hombres (11-9).
El Ministerio de Relaciones Exteriores, y la propia Academia, intentan la difusión de aspectos concernientes a la carrera diplomática, para motivar a potenciales candidatos. Recuerdo que cuando yo cursaba el último año de secundaria, una funcionaria de Cancillería, doña María Salazar Castellanos, quien más adelante habría de ser la segunda Embajadora que tuvo el Perú, fue a mi colegio para ofrecer a las alumnas una charla sobre diplomacia y absolver preguntas. Los propios estudiantes de la Academia suelen tomar contacto con universitarios en Lima y Provincias, con igual finalidad. La Academia auspicia un centro de preparación, sin fines de lucro, cerca de su sede.
Revistas especializadas como la de usted contribuyen a estimular a jóvenes que han concluido una carrera universitaria para ser aspirantes a la carrera diplomática.
En la actualidad, somos mujeres algo más de la quinta parte de integrantes del Servicio Diplomático. Hasta hace menos de un año, una funcionaria diplomática estuvo al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú, con reconocida solvencia. Muchos cargos directivos en Cancillería son desempeñados por colegas de mi género. Asimismo, en el exterior hay mujeres como jefas de misiones diplomáticas, consulares y ante organismos internacionales. También en oficinas que Cancillería tiene en provincias de Costa, Sierra y Selva.
5.- ¿Cuál cree que es el aporte más significativo de las mujeres en la diplomacia? ¿Desde cuándo la mujer en el Perú ingresó a la carrera diplomática?
Como antes he manifestado, la participación femenina en la diplomacia, y a otras carreras públicas del Perú, se acrecienta ya empezada la segunda mitad del siglo veinte. Ello también ha ocurrido no solo en países de América Latina y Caribe, sino en otras áreas y en naciones altamente desarrolladas. El trabajo femenino, incluyendo a diplomáticas peruanas, resultó muy eficaz para que Naciones Unidas proclamara que 1975 sería el Año de la Mujer. Los Estados Miembros acordaron además que el 8 de Marzo de cada año sería reconocido como el Día Internacional de la Mujer. Asimismo, que el período 1976-1985 sería el Decenio de la Mujer.
En 1979 se produjo otro paso trascendental, cuando, tras largos años de propuestas y debates, la Asamblea General de Naciones Unidas aprobó la llamada “Convención sobre la Eliminación de toda forma de Discriminación contra la Mujer”. Como su nombre lo indica, tal Convención está encaminada a suprimir de manera efectiva todos los medios de exclusión, segregación, de la mujer. Obliga a los Estados a orientar sus ordenamientos legales en dicha dirección. Diplomáticas del Perú también han contribuido eficazmente en el marco de la OEA y en otros espacios regionales.
Las diplomáticas peruanas, y de nuestro género en otros ámbitos, consideramos que el empoderamiento de la mujer, como opuesto a la marginación, no debe entenderse como un fenómeno asistencial, sino como un proceso en el que ambos sexos se hallan en el mismo pie de igualdad.
Pregunta usted desde cuándo hay mujeres en la carrera diplomática del Perú. Tuve el privilegio de conocer a quien podría ser decana de las diplomáticas peruanas, doña Rosina Vega Castro, nacida a fines de la primera década del siglo veinte, o albores de la siguiente. Rosina fue jefa de don Javier Pérez de Cuéllar. Integró delegaciones del Perú a las antes llamadas conferencias panamericanas, decenios de 1930 y 1940 y en posteriores interamericanas. Estuvo también en la Conferencia de San Francisco de 1945, a órdenes del Embajador Víctor Andrés Belaunde, destinada como sabemos para redactar la Carta de la que habría de ser Naciones Unidas. Cerca de veinte años después, formó parte de nuestra delegación a la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Ginebra, 1964.
¿Desencantos? También los hay. No todo sale a pedir de boca y eso puede conducir a decepciones.
Las aflicciones no faltan. Por ejemplo, no acompañar a un ser querido que en la Patria se halla en sus momentos finales. O no compartir la alegría de otro asistiendo a su boda, a una graduación o a un significativo aniversario.
Respecto a las anécdotas, me viene a la memoria una reunión que hubo en Lima a fines de la década de 1980, con participación del primer Presidente que tuvo Tanzanía, señor Julius Nyerere. Yo era joven diplomática y estaba encargada de tomar notas. Hacía calor y un Ministro peruano comentó “I am hot”. Esa expresión puede relacionarse con excitación sexual y así lo entendió el estadista africano, con cara de extrañeza. Rápidamente intervine diciendo “the Minister is feeling warm”, lo cual puso la temperatura en adecuado nivel…
6.- ¿Qué significó para usted ser la primera embajadora que ocupó el cargo de directora de la Academia Diplomática?
Fue un altísimo honor, desde luego, dirigir mi alma mater del 1 de abril de 2012 al 31 de marzo de 2015. Todos los cargos que he desempeñado me han producido satisfacciones profesionales y personales. La Academia Diplomática ha sido un puesto muy especial. Tuve la invalorable asesoría del Embajador Javier Pérez de Cuéllar, cuyo ilustre nombre lleva la Academia desde 2011. Efectivamente, he sido la primera mujer en conducir la Academia. Pudo haber sido otra colega con mayores atributos y yo fui la privilegiada y afortunada. Ahora, como sabemos, la Academia se encuentra bajo la certera dirección del Embajador Allan Wagner Tizón, cuyos relevantes méritos son ampliamente conocidos.
7.- ¿Qué atributos debe tener un diplomático?
Egresada como soy de nuestro Conservatorio Nacional de Música, antes de finalizar mi gestión en la Academia compuse un cántico tratando que identifique a la institución, con indicación de cualidades que deben tener los diplomáticos. Cito algunas: prudencia, lealtad, vocación de servicio, patriotismo, convicción. Promover la paz, el derecho, la justicia, la razón. Fue emocionante escuchar a los alumnos entonando con entusiasmo esa composición, con arreglo de la destacada musicóloga Lucha Bedoya de Hart.
8.- Para ser un buen diplomático ¿qué libros recomendaría leer?
La lista es inmensa. Empiezo por “Peregrinaje por la paz”, que resume los diez años del Embajador Javier Pérez de Cuéllar como Secretario General de las Naciones Unidas. Tal decenio fue decisivo, con el fin de la bipolaridad; de la guerra fría; la caída del Muro de Berlín; el surgimiento de la nueva China. Aconsejo igualmente, las Memorias personales de don Javier. Otro libro fundamental para nuestros diplomáticos es “Política Exterior Peruana. Teoría y Práctica”, de Carlos García Bedoya, que constituye un esquema para la acción internacional de la república, que mantiene plena vigencia. García Bedoya era muy pensante y visionario. Muchos otros colegas míos, de ambos géneros, han escrito libros sobre temas de la Diplomacia, de las Relaciones Internacionales y de índole autobiográfica. Recomiendo su lectura. Los títulos están disponibles en el Ministerio de Relaciones Exteriores y en la Academia Diplomática.
9.-A quién admira como diplomático peruano y por qué?
Ya he mencionado a Javier Pérez de Cuéllar y a Carlos García Bedoya. Puedo añadir a Raúl Porras, Víctor Andrés Belaunde, Alberto Ulloa, Pedro Ugarteche, Juan Miguel Bákula, Bolívar Ulloa, Alfonso Arias-Schreiber, Luis Marchand Stens, Carlos Alzamora Traverso. Ellos, y otros más, no solo han contribuido al diseño y ejecución de nuestra política exterior, sino que han promovido y defendido en muchos foros internacionales los altos intereses de la República y los principios del Derecho Internacional. En días pasados, ya nonagenarios, dejaron de existir Félix Álvarez Brun y José de la Puente Radbill, también insignes diplomáticos.
En Washington, siendo yo Tercera Secretaria, peldaño inicial en la carrera, tuve como mi jefe directo al entonces Consejero de la Embajada Ricardo Luna Mendoza, nuestro actual Canciller. Desde entonces, pues, he podido comprobar sus altas cualidades profesionales como diplomático y como académico de nota.
Merece un reconocimiento muy especial el Embajador Gonzalo N. de Arámburu y Rosas, quien en 1980, mediante la donación de propiedades, hizo posible la creación de la Fundación que lleva su nombre, que proporciona útiles ingresos a la Academia Diplomática para sus fines institucionales. Igualmente debo mencionar al Embajador Igor Velázquez Rodríguez, quien generosa y solidariamente obsequió el hermoso y funcional local que desde 2004 ocupa la Academia Diplomática. Ese inmueble lleva el nombre de tan altruista donante.
Entre las mujeres ya he citado a Carmela Aguilar Ayanz, quien, como Presidenta del Consejo Nacional de Fronteras, recorrió palmo a palmo todo el contorno del territorio peruano para verificar la correcta delimitación y examinar sobre el terreno la situación y necesidades de nuestras poblaciones en tales áreas. Entre generaciones jóvenes deseo resaltar a Marisol Agüero Colunga, especialista en asuntos del mar, sobresaliente integrante del grupo dirigido en La Haya por el Embajador Allan Wagner, en el contencioso con nuestro vecino del Sur, sentenciado por la Corte Internacional de Justicia el 27 de enero de 2014.
10.-¿A quién admira como diplomático extranjero y por qué?
Pensándolo bien, considero como lideresa a la señora Eleanor Roosevelt, quien, siendo ya viuda del Presidente Franklin D. Roosevelt, fue activa propulsora, dentro y fuera de los Estados Unidos, para la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, en París, 1948. El Presidente Harry Truman la denominaba “Primera Dama del Mundo”.
11.- ¿Algo más que desee añadir?
Felicitarle, estimado don Ricardo, por este primer número de “DiploMundo”. Estoy segura que habrá de constituir un aporte muy valioso para un mejor conocimiento de la realidad internacional en este planeta cada vez más globalizado, con ascendentes intercambios, comunicación e interdependencia.
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