Reverendo Padre Teo, queridos compatriotas, amigos holandeses y de otras comunidades hermanas,
Cada octubre se detiene el tráfico vehicular, se cierran calles, no sólo en nuestra vieja Lima, sino en muchas otras ciudades del Perú y del mundo.
Con profunda fe cristiana, millones de fieles en el Perú y millares de connacionales esparcidos en todos los continentes rinden penitente culto a Nuestro Señor de los Milagros, Nuestro Cristo Morado de las Nazarenas.
En 2007, por 261 años consecutivos, la Venerada Imagen de Nuestro Señor de Pachacamilla saldrá por las calles en procesión, en torno a un mar humano de fieles devotos que, como dice su himno: “Con paso firme de buen cristiano, imploran su Bendición…"
Todos conocemos la Historia de Nuestro Señor de los Milagros. Pero en ocasiones como la presente es bueno recordarla, con honda meditación cristiana.
En 1651, un esclavo oriundo de Angola, cuyo nombre se desconoce, pintó sobre una pared de adobe la Sagrada Efigie del Redentor Crucificado, en un barrio que entonces era marginal, donde hoy en Lima se levanta la Iglesia de las Nazarenas.
Cuatro años más tarde, en 1655, un violento terremoto destruyó muchos edificios nuevos y antiguos de Lima. El muro con la Sagrada Imagen de Jesucristo permaneció intacto.
Fue un hecho prodigioso, que dio origen al culto popular a Nuestro Señor de los Milagros.
La Imagen estuvo unos años inadvertida, hasta que ocurre el primer milagro: Don Antonio León, un vecino de la ciudad, levantó una pequeña ermita, con el Sagrado Muro como pared principal, al pie del pequeño Altar. Don Antonio, que adolecía de grave enfermedad, se encomendó al Cristo, pletórico de devoción.
Y sucedió el Milagro: Don Antonio, cuya vida habían desahuciado los mejores médicos, se recuperó totalmente…
La noticia del Milagro se extendió por toda la ciudad. Los habitantes de Lima empezaron a venerar la Imagen. El 14 de setiembre de 1671 tuvo lugar la primera Misa, ante la Sagrada Efigie, ceremonia religiosa a la cual habrían de asistir las más altas autoridades civiles y eclesiásticas, y muchísimos devotos.
Dos terremotos más habrían de asolar Lima nuevamente. Uno en octubre de 1687 y otro en octubre de 1746. En ambas ocasiones se mantuvo en pie la pared de adobe con la pintura de Cristo, la del anónimo mulato angoleño.
A partir de entonces la adoración a Nuestro Señor de los Milagros fue multitudinaria. La primera Procesión tuvo lugar en el año 1746, con una réplica de la Imagen pintada al óleo.
Y desde entonces las pesadas Andas que portan el Sagrado lienzo, al cadencioso y lento compás de la Nazarena Banda, no dejan de recorrer calles y plazas, entre plegarias, cánticos, zahumerios, cirios encendidos, hábitos morados, con una inquebrantable devoción que va en aumento.
Muchos penitentes caminan descalzos, con pies sangrantes. Así elevan sus preces a Nuestro Señor, y le agradecen por curaciones o dádivas concedidas.
Las trascendentales Procesiones en Lima constituyen las demostraciones públicas de fe cristiana más grandes del mundo.
Hace dos años, el 15 de octubre de 2005, el Papa Benedicto XVI nombró a Nuestro Señor de los Milagros como Santo Patrón de los peruanos y peruanas residentes en el extranjero.
De esa manera el Santo Padre continuó el fervor que por el Cristo Morado tenía su Predecesor, Juan Pablo Segundo, quien en febrero de 1985 se postrara ante Nuestro Señor, en la Iglesia de las Nazarenas.
Es así cómo el 18 de Octubre de cada año ha sido declarado como Día de los Peruanos en el Exterior. Es una fecha especial que significa que el Cristo Morado sirve de unión a los connacionales que se hallan fuera de nuestras fronteras.
Un ejemplo de esa unión es la presente fusión de almas en esta Sagrada Iglesia, situada en el corazón de Ámsterdam. Esta Santa Misa que nos agrupa con plena y emocionada entrega espiritual a centenares de peruanos, y a hermanos de otros países.
Muchas gracias, Reverendo Padre Teo, Apóstol de los Inmigrantes latinos en Holanda, por acogernos en esta hermosa Casa del Señor. También por su dedicación para resolver nuestras problemas, por su permanente apoyo, sabias y enaltecedoras palabras.
Muchas gracias a la Hermandad de Nuestro Señor de los Milagros de Amsterdam, por su magnífico trabajo para ensalzar al Cristo Nazareno. En particular hago mención a su actual presidenta, señora Maria Eugenia Gortzak Carpio Simoni.
Deseo igualmente destacar la obra de la fundadora de la Hermandad, señora Carmen Valverde. Doña Carmen puso las bases de esta celebración anual. Con singular brillo, durante una década y media, ha conducido la Hermandad como auténtica Nazarena.
Muchas gracias a quienes en esta bella Basílica han colaborado en convocarnos a la Santa Misa en honor de Nuestro Cristo Morado.
Muchas gracias anticipadas a los cantantes e instrumentalistas, por sus religiosas melodías y música celestial.
Muchas gracias a todos ustedes, hermanos feligreses del Perú y otros países, por unirse en un solo corazón para rendir homenaje a nuestro Señor de los Milagros. El Ministro Consejero de la Embajada del Perú en La Haya, doctor Pedro Reategui, también está presente.
Recuerdo a muchos de ustedes en esta misma Iglesia, hace cuatro Domingos, ofreciendo su generoso óbolo a favor de los millares de víctimas dejadas por el terrible terremoto en el Perú del 15 de agosto. Nuestra gratitud nuevamente por esa solidaria contribución y por las donaciones efectuadas en otros momentos. Todos estos sentimientos son no sólo míos, sino también de nuestro Embajador en Holanda, Don Gilbert Chauny.
Humildemente, Señor de los Milagros, Te pedimos que sigas derramando Tu gracia y Tu perdón. Te suplicamos que renueves nuestra fe y fortalezcas nuestra esperanza por un Perú y un mundo mejor.
Muchas gracias.